Un color que nos define

Con una longitud de onda entre 495 y 570 nanómetros encontramos al medioambiental color verde. Quizá sea porque la hierba fresca, los frondosos bosques o el fútbol por la tele son de este color, Imedes decidió incorporarlo en su logo hace ya casi una década. Las personas que trabajamos con los colores (artistas, diseñadores gráficos, terapeutas, interioristas, modistas…) debemos conocer el efecto que producen los colores en los demás. El verde es un torbellino de emociones; es la quintaesencia de la naturaleza; es la esperanza, es un modo de pensar, un estilo de vida, una conexión con el suelo que se pisa; es el entorno soñado.

Mezcla de amarillo y azul, se trata de un color técnicamente secundario junto a su antagonista, el magenta. Pero no siempre ha sido así. Los antiguos no clasificaban los colores por su origen, sino por la emoción que transmitían a su destinatario. En sentido psicológico, el verde es un color primario y variable: con solo una pizca de más de amarillo, azul, rojo o blanco, el verde varía extraordinariamente sin dejar nunca de ser lo que es. Sin perturbar su esencia.

La elección del verde en nuestro logo no era una cuestión baladí dado que no solo conectaba con la “línea editorial” con la que trabajamos, sino que nos permitía (como el verde) adaptarnos a las necesidades de nuestros clientes solo con un cambio de matiz: trabajamos cualquier área ambiental requerida y abarcamos desde lo estrictamente técnico a lo más arriesgado en diseño creativo, solo añadimos un poco de color.

Porque en Imedes somos versátiles como el verde caqui, verde oliva, tierra verde, turquesa, verde abedul, verde acuático, aguacate, verde aspérula, verde azulado, verde billar, verde botella, verde cobalto, verde de uva espina, verde francés, verde cromo, verde jungla, verde luminoso, verde máquina, verde marchito, verde malaquita, verde París, verde Pipermint, verde pistacho, verde pizarra, verde savia, verde turmalina, verde victoria, verde primavera… y así hasta 100.